viernes, 3 de abril de 2015

Viajar con un bebé... ¡Toda una aventura!


Siempre me ha gustado viajar, pero en los últimos años había perdido bastante el entusiasmo e ilusión que sentía antes, y me daba fastidio tener que hacer maletas (y después deshacerlas y poner lavadoras...), coger coche, correr por el aeropuerto o estación de tren, las largas esperas, los demás pasarejos, los olores de sudor ajenos, el tráfico, el calor, las prisas, el estrés... ¡El estrés! Se suponía que nos íbamos de vacaciones para relajarnos, y al final acababa más estresada... 

La cosa es que le estaba cogiendo manía a viajar, la verdad. Hasta que nació el peque de la casa. ¡Ahí la cosa cambió!

Las ganas de viajar para ver la familia y que lo conocieran y vieran crecer, para que él conociera al resto de la familia, la ilusión de enseñarle paisajes y cosas nuevas, experiencias y recuerdos inolvidables... Me devolvieron el entusiasmo y ganas de viajar. Y mira que viajar con pequeños no es algo fácil...

Pero mi ilusión y ganas hacía que poco me importara la mudanza que suponía viajar con el churumbel, y las de veces que tuviéramos que parar en el camino. No me importaba que en lugar de 2 horas y media, el viaje en coche se convirtiera en un día entero de carretera, con paradas cada dos por tres, para dar el pecho o cambiar un pañal, o simplemente estirar las piernas. El tener al peque, aunque no siempre lo veíamos todo tan bonito, hacía que apreciéramos y disfrutáramos de cada cosa de lo más mundana como si fuera algo único y especial. Porque era su primera vez en ir en coche, o porque era la primera vez que vería la playa, o simplemente porque nos lo estábamos pasando pipa los tres en medio de la nada, comiendo un buen bocadillo y riéndonos de las anécdotas que nos habían estado pasando... Porque estábamos creando recuerdos que atesoraríamos toda la vida. 

Tampoco nos pasamos la vida viajando, que no está la economía para tirar cohetes, jeje. Pero siempre que tenemos oportunidad cogemos el coche y hacemos una mini excursión a algún lugar donde el peque pueda pasárselo bomba, y así romper con la rutina. No hay que gastarse un dineral para ir de viaje con un niño y pasárselo bien. Basta con saber elegir bien el lugar.




Nuestro último viaje fue una escapadita de un sólo día al Parque Nacional de Doñana. Al vivir relativamente cerca, es una excursión que podemos hacer sin planear y sobre la marcha porque nos queda a menos de 2 horas en coche. Ya me quedé con las ganas de haberla hecho el año anterior, pero cuando entonces el enano sólo tenía 4-5 meses y aunque era perfectamente factible ir allí y hacer algo de senderismo, porteando al niño (que también hay que decir que tuve un postparto complicado y largo y por aquel entonces no estaba aún muy bien físicamente hablando), preferimos esperar un añito más para que él pudiera disfrutarlo aún más, descubriendo y explorando por sí mismo la naturaleza, correteando, saltando, jugando y llenándose de tierra, que es como un niño es más feliz.
 
Dependiendo del tipo de viaje, llevamos unas cosas u otras. Por lo general, cuando vamos a pasar la noche o más de un día fuera, no nos queda otra que llevarnos media casa en el maletero. Para ese tipo de viajes llevamos lo siguiente:

  • la cuna de viaje
  • trona de viaje
  • mochila portabebé
  • maleta de ropa para el peque
  • bolsa de aseo para el peque (con champú, peine, cepillo de dientes, tijeras, crema para el culito...) 
  • toalla/albornoz
  • pañales
  • toallitas húmedas
  • biberón
  • chupetes
  • algunos juguetes/peluches
  • vaso adaptador (y a veces también su vajilla si no sabemos si dispondremos de cubiertos o platos para el peque)
  • potitos y cereales (antes solíamos llevar los potitos necesarios para las comidas que fuéramos a hacer fuera, pero ahora ya no es necesario llevarlos porque come lo que comamos nosotros) y leche: en el caso de que vayamos a estar días festivos y los comercios estén cerrados (y sí, aún le doy pecho, pero también le voy dando biberones sobre todo si vamos a estar fuera de casa)
  • nuestras maletas
  • intercomunicador (si vamos a casa de familiares y el peque dormirá en un habitación; en los hoteles no nos hace falta, porque estamos en la misma habitación que él). 

Pero para una escapada como la última que hicimos, de ir y volver en el mismo día, y también gracias a la edad que ya tiene el peque (ahora 18 meses, cuando entonces 17), sólo me bastó llevarme esto:

  • una mochila: con una muda de ropa, cámara de fotos, 2-3 pañales, toallitas y poco más; 
  • otra mochila: con 3 sándwiches, 1 tupper con tortilla de patatas (¡bendito BLW!), yogur, botella de agua, su vasito cantimplora, fruta y servilletas. 
  • mochila portabebé (con idea de que durmiera ahí la siesta, pero no estaba él por la labor de dormirse), pero la usé poco.

Decidimos ir al Palacio del Acebrón (un centro de visitantes dentro del Parque de Doñana con un sendero de unos 2 km), porque es el parque más boscoso y con más sombra de todo los parques que hemos visitado anteriormente de Doñana, y con el calor que ya estaba haciendo, no nos apetecía coger una insolación. También hay pequeños puentes de madera, una laguna, y casi al final del recorrido una casa-palacio que da nombre al lugar. 



Llegamos y, cada uno con una mochila (menos el enano, que es un afortunado), nos pusimos a explorar el lugar, siguiendo el sendero. Cada pocos metros te encuentras bancos de madera para poder descansar y comer bajo la sombra de los árboles. Nosotros llegamos muy próximos a la hora del almuerzo y eso de viajar en coche nos da hambre a todos, así que al poco de empezar el recorrido decidimos parar a comer. El peque mientras feliz, porque podía ir comiendo y corriendo de un lado a otro, tocando las hojas, jugando con palos o trepándose a los bancos de madera. Unos días antes ya habíamos ido al mismo lugar, por lo que ya tenía él aprendida la lección de no salirse del sendero o se quedaría atrapado en las zarzas que abundan por allí... Y gracias a que el bichito ya come de todo, ni hay que cargar con potitos ni termos, ni tengo que sacar el pecho... un sandwich para cada uno, picoteamos tortilla de patatas, un yogur de postre, agua, y ¡seguimos el recorrido! Qué alegría da ver al peque comer así de bien.



Salvo alguna rabieta aquí y allá por caprichos tales como querer jugar a treparse por la barandilla del puente (niño suicida), o querer ir en dirección contraria, o marcharse con un grupo de turistas, disfrutamos mucho de la escapada a Doñana (a pesar de la inoportunidad del peque de elegir hacer caca allí...). Pudimos estirar las piernas, hacer algo de ejercicio y respirar aire puro, y el peque pudo vivir una experiencia nueva y tuvo muchas oportunidades de aprendizaje... coger un palo y pintar en la arena, andar de rodillas y dejar el pantalón hecho un Cristo, coger arena a puñados, tocar las plantas, coger piñas, sentirse independiente, como un niño mayor, y satisfacer su curiosidad a su libre albedrío. Fue un gran día al aire libre, y desde luego repetiremos pronto, antes de que llegue el calor insoportable del verano. Es un lugar que totalmente recomendable a todo aquel con niños o sin ellos que le guste estar al aire libre, en la naturaleza. Eso sí, linces, lo que es linces, no se ve ni uno. Pero oye, te lo pasas genial intentando dar con sus huellas o creer haber visto algo detrás de un arbusto.

¿Y vosotros? ¿Cómo viajáis con niños? ¿Cuál fue vuestra última escapada o excursión? ¿Habéis ido alguna vez a Doñana?


2 comentarios:

  1. Madre mia ! creo que necesito un coche más grande! jajaja. A mi me dejaron un carro de " montaña" , un turbo carro a prueba de bombas pero que ocupa TODO el maletero!!. Ya para andar por aquí llevo el coche petao de cosas y eso que creo que voy ligera! Aun no he hecho ningún viaje pero miedo me da! jaja

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    1. Puff, yo en mi maletero poco puedo meter, la verdad... Siempre que vamos de vacaciones, tenemos que llevar el coche de mi marido que es algo más grande el maletero, y aun así tenemos que llevar mil cosas en los asientos... que si la trona, que si el bolso o maleta...y ya en invierno la cosa se complica más, porque hay que llevar abrigos! Los coches deberían tener maleteros como el bolso de Mary Poppins!

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