miércoles, 3 de agosto de 2016

El Parto (parte I)


(He de admitir que escribir/contar el parto de mi hija me resulta muy duro y complicado; aún lo tengo grabado en mi memoria toda la experiencia del parto y los 15 días siguientes como una pesadilla, e intento no acordarme de esos días, de esos momentos. Es duro tener un recuerdo y un sentimiento así con el nacimiento de un hijo, quizás con el tiempo, mi memoria suavice las emociones tan intensas y dolorosas que sentí. De momento haré el esfuerzo de compartir mi historia para tenerla guardada en el blog y no tener que hacer memoria en unos años; quizás para ayudar a alguien que esté pasando por una experiencia similar; y también la dejo aquí plasmada a modo de terapia, de desahogo... estos meses han sido un "quiero y no puedo", quería contarlo todo, pero al mismo tiempo no me sentía con fuerzas para hablar de todo lo que había ocurrido).

Ese 22 de abril antes de las 9 de la mañana ya estábamos en el hospital, en urgencias. No llegamos a esperar mucho tiempo, cuando nos llamaron para ginecología. Entramos en la consulta, donde rápidamente en una ecografía se pudo observar que la niña seguía con latido, pero parecía que no todo iba bien. Parecía que había poco líquido amniótico (aunque no había roto bolsa ni perdido líquido, después de hacer la prueba correspondiente), y los vasos sanguíneos del cerebro estaban dilatados, eso junto con el poco movimiento del bebé, hicieron que me mandaran a monitores, tras realizarme varias ecografías para cerciorarse de que todas las mediciones que habían realizado eran correctas. En monitores el pulso de la niña no estaba alarmantemente bajo, pero no estaba tan alto como solía tenerlo. Así que después de todas esas pruebas, deciden ingresarme antes de las 10 de la mañana e inducirme el parto, ya que no sabíamos que podía pasar si esperábamos a la semana 37, teniendo en cuenta que ya no había bienestar fetal.

A las 12 del mediodía me dieron oxitocina y ya estaba de 2cm. Todos pensábamos que después del embarazo que había tenido con tantas contracciones, medio cuello uterino borrado desde la semana 28 y siendo el segundo embarazo, después de un parto vaginal, esto iba a ser rápido, coser y cantar. Mi marido, aconsejado por las ginecólogas, se fue a gestionar el seguro privado de la niña, ya que nos avisaron de que venía bajita de peso y tendría que pasar unos días en incubadora. Así que cuanto antes tuviera el seguro arreglado, mejor. Además era viernes, y si no lo hacía en ese momento, hasta el lunes no podría hacer el trámite. Así que mi madre vino a hacerme compañía mientras tanto...
Rápidamente las contracciones empiezan a ser dolorosas (o yo soy muy blanda y a la mínima me duelen) y a las 2 de la tarde pedí la epidural. En 10 minutos ya me empezó a hacer efecto, vino mi ginecóloga a despedirse, y mi marido apareció con las bolsas del hospital y un bocadillo de tortilla para almorzar él (¡qué envidia me dio!). Toda la habitación olía a bocata de tortilla, y yo sin poder probar bocado... 
A las 14:30 volvieron a poner más oxitocina... Así estuvieron hasta las 17:25, que me aumentaron la epidural, porque estaba volviendo a sentir dolor. Por desgracia a pesar de que todo parecía que iría rápido, seguía estancada en 2cm.


Una hora pasó y aunque seguía dilatada de solo 2cm, las contracciones ya eran muy muy seguidas y duraban mucho más. Finalmente a las 19:00 deciden romper la bolsa porque no interesaba que el parto se alargara demasiado para evitar sufrimiento fetal. Durante todo este tiempo, la niña tenía algunas bradicardias, aunque parecía que luego se recuperaba...

La sala de dilatación

No obstante desde que rompieron la bolsa, el pulso de la niña cayó y no toleraba nada bien las contracciones. La ginecóloga me avisó que si en las sigiuentes contracciones la niña seguía así, había que salir corriendo a hacer cesárea. A las 19:15 ya estaba dilatada de 5cm, pero había sufrimiento fetal, así que me avisan de que vamos a ir a por cesárea. Yo en ese momento me sentí aliviada, porque sabía que era lo mejor para mi hija. Ver cómo con cada contracción el pulso de la niña caía en picado me tenía ya muy angustiada, así que sólo quería que acabara ya todo y que mi bebé estuviera bien.
A las 19:30 ya estoy en quirófano, mientras empiezan a preparar todo a mi alrededor, me suben la dosis de epidural, pero por más que me la subían, yo seguía sintiendo dolor, justamente donde tendrían que cortar con el bisturí. Empiezo a sentir miedo, mucho miedo... Me siento sola. Mi marido no lo dejan estar conmigo en la cesárea, y es cuando más lo necesito. Mi cuerpo tiembla y siento frío. Dicen que es efecto de la epidural. No suelo ser muy miedica. Pero el ver que sentía dolor, que tenían que abrir sí o sí en breves instantes, y que la epidural no hacía efecto en esa zona, que mi niña sufría con cada contracción... empecé a estar muy asustada... No podían seguir esperando, eran ya las 19:50, así que no sé que sedante me pusieron, pero sólo me dio tiempo a preguntar si me iban a dormir, y ya no recuerdo nada más que pequeños flashazos de imágenes como sacados de un sueño... Recuerdo en un momento la cara de la ginecóloga con la boca tapada por una mascarilla, que se me acercó y dijo "pesa 2,130kg!" y respondí entre sueños "toma! gané la apuesta!" (mi marido y yo hicimos momentos antes en la sala de dilatación unas apuestas sobre el peso que tendría la niña al nacer), escuché de fondo un llanto lejano de bebé, y entreabrí los ojos para ver cómo se llevaban a una bebé pequeñita y rosadita, mi bebé... Y lo siguiente que recuerdo es despertarme en la sala de reanimación.

Lo siguiente que sé y tengo apuntado en mi diario que seguí durante esos días en el hospital es por datos que me dieron mi marido y médicos. Mi pequeñina nació a las 20:00 el 22 de abril de 2016, por cesárea de urgencia, a las 36 semanas y 2 días, pesando 2,130kg y midiendo 45cm. Lo que nos sorprendió a todos es que la placenta estaba en perfecto estado, por lo que no era la culpable del bajo peso de la niña, que era lo que todos los ginecólogos habían dicho. El motivo de que se hubiera estancado su peso desde la semana 33-34 y de que hubiera sufrimiento fetal en los últimos momentos era el cordón umbilical que lo tenía liado en el cuello, piernas y pies, por lo que al estar tan reliado, se cortaba el flujo de sangre, y por lo tanto de oxígeno y nutrientes; de ahí que con cada contracción tuviera bradicardias y no las sobrellevara bien...

Me sacaron de quirófano entre las 20:30 y las 21:00, y estuve en la sala de reanimación hasta las 22:30-23:00, momento en el que ya podía ir moviendo las piernas, y me subieron a la habitación. Allí me esperaba mi marido. ¡Por fin estaba con él! Me había sentido muy sola durante la cesárea y al despertar en la sala de reanimación, sin saber nada de cómo había ido todo. 

Según me contó mi marido, el pediatra que atendió el parto le informó de que la niña estaba perfectamente y que simplemente iba a ir a la incubadora durante unos días, como mucho una semana, hasta que pusiera algo de peso. Mi marido afortunadamente pudo pasar a verla a las 20:30 a la UCI pediátrica y neonatal, donde le hizo unas fotos que después en la habitación me enseñaría, para poder ver por primera vez a mi hija.







Esa noche estaba ya aliviada, convencida de que ya todo lo peor había pasado. Serían las hormonas, pero estaba super animada, nerviosa, despierta y con un subidón increíble. Al día siguiente por fin podría ir a ver a mi niña... Por fin podría tocarla, acariciarla, ponérmela al pecho... Con esas ideas me fui a dormir esa noche, después de pedir unos calmantes para aliviar el dolor de la cesárea que empezaba ya a sentir.

CONTINUARÁ...


¿Qué ha pasado en estos meses?


¡Hola! ¿Hay alguien ahí?
Aquí sigo yo, volviendo por fin al blog, para poneros al día de estos últimos meses y por qué he estado tan desaparecida por aquí (aunque si me seguís por Instagram, ya sabréis un pequeño resumen de lo que ha estado pasando...).

4 de abril: estoy de 33 semanas, casi 34, y tengo la ecografía del tercer trimestre por la SS y ecografía por el seguro privado. Por la SS me dicen que el peso del bebé es de 2,200kg, que viene pequeña, pero que está bien el peso. En cambio por el privado, sale un peso de 1,900kg y pico, que aunque está en percentil 40, la ginecóloga se alarmó porque había bajado el ritmo de crecimiento y nos dijo que quería tener el embarazo más controlado con ecografías semanales. Por lo demás, todo estaba bien (el cuello uterino no se había acortado más), pero debía seguir en reposo absoluto por el tema de las contracciones y para conseguir que la peque cogiera más peso. Nuestro objetivo era llegar ya a las 37 semanas.



14 de abril: como nos había dicho la ginecóloga, había que controlar el peso de la niña con ecografías semanales. En esta eco, de 35 semanas, la peque había subido algo de peso (ya pesaba 2,200 kg), pero aún así le parecía poco, y le pareció ver los vasos sanguíneos del cerebro algo dilatados, por lo que nos mandaron a monitores para ver si podía haber sufrimiento fetal. Afortunadamente en monitores todo salió bien, y decidieron no inducir y dejar que siguiéramos sumando semanas.



20 de abril: cumplimos 36 semanas, y después de consultar con otra ginecóloga, decido cambiar de médico y hospital, porqie parece ser que la bebé no estaba cogiendo peso como debiera y venía tan bajita de peso que requeriría incubadora, con lo cual optamos por hacer el último tramo del embarazo en un hospital más cercano a casa, que hiciera más fácil el ir y venir diario de casa al hospital y que el futuro hermano mayor no se viera muy afectado con esas circunstancias. Todo apuntaba a que me inducirían el parto a las 37 semanas.



22 de abril: 36+2. Me despierto a la vez que mi marido, que salía para trabajar (eran las 6 de la mañana), y como acostumbraba, me tomé mis pastillas acompañadas de un buen vaso de agua. Normalmente eso era más que suficiente para que la pequeñina se despertara y empezara a dar patadas y moverse como loca. Pero esa mañana no... Pasaba el tiempo, y esas patadas no empezaban. Me toqué la barriga, dándole toquecitos, buscando que me respondiera con un rodillazo, codazo o lo que fuera... Nada. Decidí desayunar un buen vaso de leche con cacao y galletas. Eso nunca fallaba y la ponía como una moto. Esa fría mañana de abril parecía que todo se paralizó y sólo podía sentir mi corazón latiendo a mil por hora, invadida por un miedo atroz de haber perdido a mi bebé. Llamé a mi marido al trabajo angustiada, y le dije que llevaba mas de 2 horas sin sentir a la pequeñina. Sin dudarlo volvió para casa. Cuando llegó, despertamos a nuestro peque y lo vestimos con su disfraz de la fiesta de la primavera, ya que lo celebraban en la guarde ese día, y salimos los tres de casa para dejar al peque antes de lo previsto en la escuela infantil, y después salir disparados al hospital. Durante todo el trayecto no paré de rezar y llorar. No quería que le pasara nada malo a mi niña. Mi marido aunque intentaba tranquilizarme, iba pálido y sus manos estaban frías... ¿Quedaría todo en un susto más, y al cabo de una hora volveríamos aliviados a casa? ¿Realmente estaba pasándonos esto? ¿Se nos había ido nuestra pequeñina?

[Como este post se haría interminable si sigo contándoos todo, os cuento qué ocurrió y cómo acabó todo en el siguiente post.]

CONTINUARÁ...

miércoles, 30 de marzo de 2016

¿Qué llevo al hospital?


Es una pregunta que nos hacemos todas, seamos o no primerizas, cuando estamos embarazadas, y entramos en el tercer trimestre.

Todo depende realmente del hospital al que decidas acudir en el momento de dar a luz. Normalmente si es público, no tienes que llevar tantas cosas porque allí te dan casi todo. En cambio si es privado, tendrás que llevarte tú más cosillas... Aunque igualmente también puede haber diferencias de un hospital privado a otro.

En mi primer embarazo, no tenía seguro privado y ni me planteé hacerme ninguno, ya que tenía clarísimo que quería dar a luz en el hospital público que me correspondía, por las buenas recomendaciones que me habían dado. Así que hice las maletas teniendo en cuenta que era un hospital público.




¿Qué llevé a un hospital público? ¿Qué te dan allí y no hace falta llevar?

Primero os diré lo que me dieron en el público cuando ingresé para dar a luz: camisón, bata, compresas tocológicas, crema para los pezones (la misma que la de la marca Purelan), bodies y gorrito para el bebé, toallitas húmedas y pañales para el bebé.

Lo que yo llevé:

Para el bebé: 

- Algunas muestras de pañales (de las que conseguí en las canastillas) por si las moscas 
- Patucos/calcetines (2-3 pares)
- 2 Gorritos
- Bodies (4 aprox.)
- Pijamas (creo que 2)
- Mantita para salir del hospital
- Ropa de primera puesta para salir del hospital (en mi caso, body, pantalón, rebeca/jersey; era octubre)

Decidí llevar ropita porque no sabía si pasaría frío con sólo un body que daban en el hospital o si serían incómodos esos bodies que le ponían, y también porque prefería que sobrara y no que faltara. Manoplas no llevé porque por aquel entonces todo el mundo me las desaconsejó (matronas, ginecólogos...). Ahora me arrepiento, porque las uñas son muy finitas y largas y se dejaba la cara hecha un Cristo. También me arrepiento de no haberme llevado baberos o gasas, porque nuestro peque regurgitaba que daba gusto... ¡Errores de primeriza!



Para mí:

- Chanclas para la ducha o para andar por la habitación
- Calcetines, por si me daba frío
- Ropa para salir del hospital (de premamá y muy cómoda: leggins y camiseta ancha)
- Braguitas desechables
- Braguitas de algodón
- Compresas tocológicas* (aunque sabía que en el hospital me darían, prefería yo también llevarme por si me quedaba en un momento sin compresas y tardaban en reponer las enfermeras/auxiliares, y necesitaba cambiarme urgentemente)
- Discos de lactancia (muy necesarios, ya sea por si te sale leche o por si acabas con los pezones muy dañados y con grietas, y decides ponerte Purelan, para no manchar la ropa interior ni de sangre, leche ni de Purelan)
- 2-3 sujetadores de lactancia
- Neceser: gomillas/pinzas para el pelo, desodorante, cepillo de dientes, pasta de dientes, champú, gel, suavizante para el pelo, cepillo, peine, cacao labial, maquillaje si te va a ayudar a sentirte mejor...
- Dinero en efectivo: para parking, agua o cualquier bebida (en mi hospital público no incluían ningún tipo de bebida en las comidas y tenías que buscarte la vida), comida para tu pareja, etc.
- Documentación y papeles de todo el seguimiento del embarazo y de las pruebas realizadas, cartilla del embarazo, tarjeta sanitaria, plan de parto si tienes uno, DNI...
- Móvil y cargador
- Cámara de fotos, con batería cargada y tarjeta de memoria

{Maxicosi en el coche para la vuelta a casa}

Después de mi primer parto en la Seguridad Social y haber sido una experiencia horrible y traumática, decidí buscarme un seguro privado y tenía clarísimo que si tenía otro bebé, daría a luz por lo privado. Así que ahora que estoy de 33 semanas, estoy dejando terminadas las bolsas del hospital y esto es lo que llevaré:





Para la pequeñina (en mi hospital, sólo proporcionan un body en el paritorio para cuando justo acaba de nacer, y para el resto de días tienes que llevar tú la ropa; también dan pañales):

- 4 gorritos
- 1 par de manoplas (me hubiera gustado comprarle otro par, pero al final no he podido)
- 3 pares de patucos 
- 4 pares de calcetines (creo que me he pasado con la cantidad tanto de patucos como de calcetines, pero en mi caso mi primer hijo se los sacaba con una facilidad tremenda y los íbamos perdiendo a todas horas, así que por las dudas, llevo para que sobren)
- 4 pijamitas (no sé cuántos días estaremos ingresados... por experiencia propia, en mi primer parto íbamos a estar inicialmente 3 días, pero luego el peque acabó ingresado en neonatología; además yo no sé los vuestros, pero mi peque regurgitaba mucho, y entre la leche que echaba y los escapes de pis o caca, al final teníamos que cambiarlo a veces 2-3 veces de ropa al día; hay niños que se manchan más y otros menos...)
- 4 bodies de manga larga
- 4 bodies de manga corta (como nacería por abril o mayo, no sé qué tiempo hará... Aquí por el sur, puede hacer días de mucho calor, o días de bastante fresco o lluvia. El tiempo en primavera puede ser muy cambiante y además en el hospital no sé si tendrán la calefacción o el aire acondicionado a tope, así que llevo de los dos tipos)
- 2 conjuntos de pantalón y body
- Ropa para la salida del hospital
- Mantita
- Baberos
- Gasas tipo muselina para ponernos en el hombro o protegernos de las regurgitaciones, si las hay
- Muselina grande, para envolver al bebé si hace demasiado calor para la manta
- Varios paquetitos de muestras de pañales, por si nos hacen falta cuando nos vayamos a casa del hospital
- Toallitas húmedas
- Gasas estériles y cristalmina en spray (para curar el cordón umbilical, me han recomendado usar Cristalmina en lugar de alcohol de 70º)
- Botecito con aceite de almendras (es un truco que me han dicho para limpiar de manera más fácil el meconio; con nuestro peque nos vimos negros para limpiar bien el meconio del culito de nuestro peque, ya que es una sustancia similar al petróleo, en cuanto a apariencia y consistencia, y nos gastábamos medio paquete de toallitas intentando limpiar eso; ahora me ha recomendado la matrona que con unas gasas con aceite de almendras se va mucho más fácil; ¡así que habrá que probar!)
- Bolsa para la ropa sucia
- Chupetes (sé que no es recomendable poner chupe hasta pasado un mes, hasta que esté bien establecida la lactancia materna, pero con mi peque le metieron el chupe directamente en neonatología y nunca tuvo problemas de confusión con el pezón, el biberón -que también le dieron algún biberón cuando estuvo ingresado- y el chupete. Así que yo me los llevo por si acaso)
- Pendientes (no sé aún qué haremos... si le pondremos los pendientes directamente en el hospital, o nos esperaremos un mesecito, e iremos a una farmacia a que se los pongan allí. Por las dudas, he comprado unos pendientes, que en el hospital me han dicho que debo llevarlos yo y que sean de oro).


No se ve todo lo que hay, porque está guardado en bolsillos (y pasaba de desarmar toda la maleta): pendientes, chupetes, baberos, etc.



Para mí (sé que en mi hospital le dan todo a la mamá, incluida una bolsa de aseo, pero aún así prefiero llevar mis cosas y ser precavida):

- 2 camisones con botones en la parte delantera, por la zona del pecho, para facilitar la lactancia (los encontré en Primark)
- 1 pijama cómodo, también con botones en el pecho (también de Primark)
- 4 braguitas de algodón
- braguitas desechables (de Carrefour)
- Compresas tocológicas (Maternity, marca Indas)
- Calcetines
- Chanclas
- 2 sujetadores de lactancia (de H&M)
- Ropa para salir del hospital (similar a la que usé tras mi primer parto: leggins y camiseta ancha; comodidad ante todo, sobre todo si tienes muchos puntos o has tenido cesárea)
- Neceser: purelan, cepillo de dientes, pasta de dientes, desodorante, cepillo, peine, botecitos con champú, gel de baño y suavizante, gomillas para el pelo... (la bolsa de aseo mejor que sea plastificada o impermeable, porque en mi anterior parto se mojó en el baño y acabó todo lo que tenía dentro empapado y luego no podía dejarla metida en mi maleta, porque mojaría todo; así que he comprado un neceser muy amplio, impermeable y bastante económico en H&M)
- Discos de lactancia (tras 2 años de lactancia con el peque mayor, al final he descubierto que los discos de lactancia que me funcionan mejor son los de Suavinex; probé de otras marcas, como la de Mercadona, y todos me irritaban y me resultaban muy incómodos. Esto depende de cada mujer)
- Bolsa para la ropa sucia (algo que se me olvidó en mi primer parto)
- Secador de pelo (en mi anterior parto no quise llevarme secador de pelo porque al haber sido en hospital público, las habitaciones y el baño son compartidos y no quería estar haciendo ruido, ocupando el baño demasiado tiempo y molestando a la compañera de habitación que tuviera; en cambio en este hospital privado, tendría habitación individual con baño y no molestaré a nadie, así que lo llevaré, que odio estar con el pelo mojado).
- Básicos para tu pareja: un pijama, una muda, ropa interior, desodorante, cepillo de dientes, peine... (la primera vez no pensé en el padre de la criatura y el pobre tuvo que estar yendo y volviendo a casa -casi 1 hora en coche- para cambiarse de ropa o adecentarse)
- Efectivo: para parking, comida para tu pareja, etc.
- Documentación y papeles de todo el seguimiento del embarazo y de las pruebas realizadas, cartilla del embarazo, tarjeta del seguro privado, plan de parto si tienes uno y lo aceptan en el hospital privado, DNI...
- Móvil y cargador
- Cámara de fotos, con batería cargada y tarjeta de memoria

{Maxicosi en el coche para la vuelta a casa}
{Maletita para el hermano mayor, con ropa, pañales/ropa interior, chupes/bibes/vasitos adaptadores si son necesarios, muñeco al que tenga mucho apego, toallitas húmedas, cepillo de dientes, cepillo/peine, etc. si se va a quedar en casa de algún familiar mientras los padres están en el hospital. En nuestro caso aún no sabemos qué vamos a hacer...} 
{Llevar un regalito sorpresa al hospital de parte del bebé para el hermano mayor, para cuando vaya a conocer al bebé por primera vez, para evitar que haya muchos celos -aunque a veces son inevitables y habrá que tener mucha paciencia- y que toda la atención sea para el recién nacido, y centrar algo de atención en el que se ha convertido en hermano mayor}
{Dejar sobre la maleta una lista en papel con las cosas que se deben incluir a última hora, para que no se olviden: cargador de móvil, móviles, efectivo, documentos, etc.)

La botellita de agua siempre puede venir bien, ya sea para mí o para mi marido




  • Yo antes de mi primer parto pensaba que todas las compresas tocológicas eran igual: algodón envuelto en una redecilla. De hecho, para mi primer parto fui a comprar un paquete de compresas tocológicas y así venían. Pero en el propio hospital me dieron un paquete de compresas tocológicas, de la misma marca, peeeeero que en lugar de ser de algodón con red (que se me medio deshacían, eran un engorro, me acababa manchando la ropa, y súper incómodas porque se me pegaban a los puntos), me dieron de celulosa y me resultaron mucho más cómodas, se sujetaban mejor y no me llegaba a manchar la ropa interior con esas. Cuando fui a comprarlas esta vez, tuve que prestar atención leyendo, porque realmente el envoltorio del paquete es muy similar. Éstas son:

  •  También os dejo un par de imprimibles que he encontrado por internet por si os puede ser de ayuda a la hora de preparar las maletas para el hospital:

Imprimible 1
Imprimible 2


  •  Truco 1: como la experiencia es un grado, he aprendido de mi primer embarazo, y en lugar de dejar simplemente toda la ropita dobladita en la maleta, para este parto he decidido dejar las cosas de la cachorrilla dobladas y guardadas en pequeñas bolsas de plástico con cierre zip (no sé si se llama así). ¿Por qué? Porque cuando estás cansada y muerta de sueño será más complicado dar con lo que buscas, el bebé estará llorando, tiene la ropa manchada, y son las 3 de la mañana, al final rebuscas, dejas toda la bolsa desordenada, la ropa arrugada, tardas más en encontrar lo que buscabas, y si has dado a luz por cesárea será tu pareja la que se encargará de rebuscar en la maleta del bebé y el resultado será mucho peor. Así que he dejado toda la ropita clasificada en bolsitas: una bolsita con patucos y calcetines, otra bolsita con gorritos y manoplas (ojo, no pongáis las manoplas en la misma bolsa que los patucos, que para mi marido poca diferencia hay entre unos y otros), otra con los bodies, otra con los pijamas, otra con conjuntos, otra con la ropa para salir a la calle, otra con los baberos, otra con gasitas... Estará todo bien organizado, y se mantendrá bien doblada la ropa, no le caerá polvo, y te ayudará a mantener la maleta bien ordenada y podrás encontrar las cosas más rápidamente, tanto tú como tu pareja. Estas bolsas las venden en IKEA y supermercados como Carrefour, Lidl, Mercadona...


  • Truco 2: no sé vosotr@s, pero en mi anterior parto no quise llevar mis botes de champú y suavizante, porque eso ocupa bastante y añadía mucho peso a mi maleta del hospital. Quizás algunos habréis decidido comprar botes pequeñitos de champú, gel y suavizante que venden especialmente para viajes. Yo compré esos en Carrefour, pero si os soy sincera son bastante caros, para la cantidad de producto que viene. Así que esta vez lo que he hecho, es comprar estos botecitos en IKEA, y rellenarlos con el champú, gel, suavizante (y el aceite de almendras para la peque) que tengo en casa, y ya está. Mucho más económico (me salieron los 4 botes 2 euros, con la tarjeta IKEA Family), y cómodo para llevar al hospital.




martes, 29 de marzo de 2016

Ya estoy aquí de nuevo...


Dios mío, desde la semana 24 no actualizo el blog... y ¡¡han pasado tantas cosas desde entonces!!
Aquí sigo, embarazada, ya de casi 33 semanas (32+5 para ser exactos)... ¿pero a qué se ha debido mi desaparición durante casi dos meses?

Los que me seguís en Instagram (la única red social que he podido ir actualizando cómodamente desde el móvil), ya lo sabréis, pero para los que no, os haré un resumen "cortito" de todo lo que ha pasado en estas semanas...

Febrero fue un mes horrible en esta casa... El peque empezó la guarde la última semana de enero, y ya en febrero cayó enfermo. Primero fue el virus de Coxsackie (el popularmente llamado mano-pie-boca), que enlazó con una faringitis, otitis y conjuntivitis, que encadenó con unas anginas, y posteriormente con una bronquitis, y tras una semana de tranquilidad, volvió a coger anginas. Así estuvo el peque todo febrero y marzo, con alguna semana intercalada en la que parecía mejorar y volvía a la guarde, para coger un nuevo virus. Con tanto virus, yo empecé desde principios de febrero también con un resfriado, que se acabó evolucionando en bronquitis, y que ya para el 25 de febrero se había convertido en neumonía.

Cuando me dijeron que era neumonía en el centro médico, y me recomendaron que saliera corriendo al hospital más cercano, he de confesar que me vine abajo. Llevaba ya días y días (semanas) sintiéndome muy mal, me dolía todo el cuerpo, la tos era constante y me dolía toda la barriga, no podía dormir, me dolía el pecho al respirar... (y estuve yendo a urgencias una vez a la semana durante 3 semanas, porque realmente me iba encontrando cada vez peor, y el antibiótico que me mandaban no me hacía nada) Cuando íbamos al hospital, empecé a sentir contracciones y al ver que no paraban, empecé a controlarlas. Eran cada 3-5 minutos. Así estuve varias horas... Al atenderme en el hospital comenté lo de las contracciones, me mandaron a monitores y después me miró una ginecóloga... Efectivamente estaba teniendo demasiadas contracciones y el cuello uterino se había acortado a 21mm. Estaba cuando entonces de 28 semanas. Empezaron a darme medicación para parar la dinámica de parto, y obvimanente con la amenaza de parto prematuro y con neumonía, me ingresaron. Estuve hospitalizada una semana, entre antibióticos, paracetamol, nebulizadores, y mi querido Adalat (la misma medicina que ya me dieron en mi primer embarazo, para tener bajo control las contracciones desde que tuve la amenaza de parto prematuro). Cuando por fin la neumonía ya estaba prácticamente curada, y vieron que el cuello uterino seguía más o menos midiendo lo mismo, y habiéndome dado las dos inyecciones para la maduración pulmonar de la peque, en caso de que naciera antes de tiempo, me dieron el alta (29 semanas); no obstante, tuve que seguir tomando antibióticos unos días más, seguir tomando Adalat en casa durante varias semanas y guardar reposo absoluto. Obviamente con tanta enfermedad, ni pude hacerme la ecografía 4D con el seguro privado, ni vacunarme de la tos ferina, ni acudir a la cita con mi matrona (fue mi marido en mi lugar, para recoger los resultados de mis análisis del segundo trimestre: todo salió bien, incluida la curva de la glucosa)... 

Unos días después de darme el alta en el hospital, tuve una revisión en consulta con el internista que estuvo siguiendo mi neumonía durante mi hospitalización, y ya me dio por curada por completo de la neumonía. Igualmente en esa semana ya volví a ver a mi ginecóloga y le conté todo lo ocurrido en el mes de febrero, y me hizo una revisión de cuello uterino y de la bebé. El cuello seguía en 21mm, y la niña ya pesaba 1300kg, de 30 semanas. Ya que parecía que estaba teniendo unos días buenos, sin más virus por mi parte y menos contracciones, decidí concertar una cita con un centro especializado en ecografías 4D (dado que en mi hospital del seguro privado sólo la hacen en la semana 27, y ya estaba yo de 30 semanas, y me dijeron que ya no me la hacían), un poco lejos de donde yo vivo, pero que por 55€**, merecía la pena por todo lo que incluía el pack. Reconozco que fui un poco "in extremis", ya de 30 semanas, con la niña en posición cefálica... (siempre estuvo en posición cefálica, menos en la semana 29 que decidió ponerse de nalgas; pero en la 30, volvió a darse la vuelta y colocarse con la cabeza hacia abajo) Pero me arriesgué. Era ahora o nunca, y ya que estaba teniendo un embarazo tan malo y no lo estaba disfrutando nada, al menos quise darme ese capricho, que me hacía tantísima ilusión.


Fuimos estando yo de 30+2, y aunque allí mismo me reconocieron que iba un poco tarde para hacérmela (lo recomendable es entre la semana 26-28), tuvimos suerte y ¡pudimos ver a nuestra niña! Estaba moviéndose mucho (culpa del zumo y medio donut que me zampé en la sala de espera unos 15 minutos antes de entrar), y le gustaba taparse la cara con las manos o los pies y a veces hacía complicado verle bien la carita, pero en esos 25 minutos tuvimos tiempo y de sobra para verla con todo detalle: cómo bostezaba, las expresiones que hacía, cómo sonreía, sus piececillos, las manitas, las orejas, su naricita y mofletitos... Aunque podíamos ir acompañados de hasta 8 personas, decidimos ir sólo nosotros tres (papi, peque y mami), me pareció más íntimo, y me encantó la reacción de nuestro peque cuando vio a su hermanita en la pantalla: se sorprendió, dijo el nombre de la princesa, señaló mi barriga y le lanzó un beso.



Ahora cada dos semanas tengo cita con mi ginecóloga que me revisa la longitud del cuello (en la cita más reciente, el cuello uterino parecía incluso más larguito, 23mm), y debo seguir con la medicación hasta la semana 34-35, igual que debo seguir hasta entonces con el reposo absoluto.

Finalmente me pude poner la vacuna de la tos ferina, también apurando al máximo, en la semana 32 (ya que el internista me aconsejó esperar una semana tras la última dosis de antibióticos, pero a la semana me volví a acatarrar, así que tuve que esperar unos días más para poder ponérmela), y afortunadamente no me ha dado reacción, salvo algo de dolor en el brazo durante 2-3 días, pero totalmente soportable.

Por otro lado, ahora a las 32 semanas se me han empezado a hinchar los tobillos y pies si estoy mucho tiempo sentada sin mantener los pies en alto... Maldita retención de líquidos. Mis pies parecen gigantes y mis tobillos desaparecen, al final de cada día. La peque tiene sus horas de pataditas, que ahora sí que ya son muy fuertes y dolorosas, incluso. Su hora favorita es a las 5 de la mañana... ¡la gracia que me hace! Desde esa hora ya no consigo conciliar el sueño, así que me paso el día cansada.

En cuanto a preparativos para la inminente llegada de la pequeñina (menos de 2 meses que quedan, y a saber si decide adelantarse mucho...), tengo algunas cosas ya hechas: ropita lavada y guardada, su bolsa del hospital preparada, maxicosi listo con su funda lavada, y la habitación a medias... Esto de la habitación es lo que me tiene algo más agobiada, porque es mucho trabajo el que conlleva y sólo puede ir haciendo las cosas mi marido los fines de semana, durante las siestas del peque, porque de otro modo, el peque la acaba liando parda. De momento, sólo están las paredes pintadas, el nuevo suelo instalado, y un mueble pintado. Aún queda por instalar las cortinas, terminar algunos detalles del suelo, limpiar a fondo la habitación, montar la cuna, dejarla lista con sus sábanas, montar el cochecito... Y por otro lado también quiero dejar lista ya mi maleta para el hospital  (la tengo a medias) y una mochila con ropa, mudas y algunos productos básicos para mi marido, para cuando llegue la hora de ir al hospital.

Ahora crucemos los dedos para que los virus se vayan ya definitivamente (la semana pasada, el peque volvió a enfermar por culpa de la salida de las dos últimas muelas, que le provocaron tal inflamación por la zona de anginas y oído, que acabó en infección, y ha estado con anginas y otitis y las encías que daban pena, rajadas y en carne viva), venga el buen tiempo, y la pequeñina y yo aguantemos unas semanitas sin sustos ni imprevistos... No es mucho pedir, ¿no?






** Realmente recomiendo hacer la eco 4d, aunque se trate solo de un capricho, pero es una experiencia única y emocionante, el poder poner cara a tu bebé, e ir viendo sus rasgos y forma de ser dentro del útero, que ayuda sobre todo al padre y hermanos a sentir aún más apego y ver cómo algo más real el bebé que en unos meses pasará a ser un nuevo miembro de la familia. Nosotros la hicimos con CIMA4D, un centro especializado en ecografía emocional 4D, no diagnóstica, elegimos un pack que tenían en oferta por 55€ que incluía sesión de ecografía de 25 minutos, una selección de las mejores fotos impresas, una canastilla de Mi Bebé y Yo, acceso de las fotos desde el móvil u ordenador, pendrive con todas las fotos y vídeo de la sesión, y si no se dejaba ver se podía volver otro día sin coste alguno. Así que buscad y rebuscad, que si tenéis presupuesto ajustado como nosotros, pero no queréis perder la oportunidad de haceros una eco 4D, seguro que encontráis alguna oferta buena por internet o en algún centro especializado cercano.


sábado, 6 de febrero de 2016

La barriguita crece: 24 semanas


Han pasado ya 5 semanas desde la última actualización de mi embarazo... ¡5 semanas! Me he dormido en los laureles... Lo cierto es que desde que decidimos que el peque iría a la guarde, hemos estado sin parar dejando los papeles listos para su matrícula, comprando ropa y material para la guardería, y aún así ha habido algunas cosas que me no tenía listas cuando realmente empezó, porque nos propusieron que empezara una semana antes, y me pilló el toro. Pero bueno, la experiencia de la guardería lo dejo para otro post (que tengo algunos ya pendientes).

Aunque estoy ya de 25 semanas, voy a centrarme en cómo ha sido la semana 24, o en general estas semanas que no he actualizado.



Las náuseas parece ser que realmente se fueron definitivamente. Los ascos siguen presentes ante muchas comidas... Y lo peor es que me hacen sentir culpable de no estar alimentándome de forma equilibrada y sana, pero ahora mismo soy incapaz de probar nada con huevo, leche, con mucha grasa, carne triturada como en hamburguesas o albóndigas, patatas a lo pobre o fritas, bolsas de fritos de cualquier tipo, palomitas, lentejas, fabada, merluza, queso, etc. Pero sí me ha dado por los frutos secos para picar entre horas, el zumo de manzana, pan tostado, la pasta, el tomate natural, pepino, zanahoria cruda, plátano, jamón de pavo, y poco más. Lo llamativo es que hace una semana (cuando estaba de 24 semanas) fui a mi ginecóloga del seguro privado para un chequeo rutinario, y me dio unos resultados de los análisis que me hizo cuando me dio el episodio de contracciones por irritabilidad uterina (hechos 3-4 semanas antes), y salió todo perfecto salvo el colesterol. Fue un palo el que me llevé y una regañuza por parte de la gine... El colesterol estaba por las nubes y aunque lo justifica la ginecóloga por el trastorno hormonal y la falta de ejercicio, por el reposo absoluto (y ahora con el reposo relativo, me ha dicho que no haga más que un paseo corto al día, sin realizar grandes esfuerzos), me ha dicho que debo vigilar con lupa lo que como y hacer dieta estricta. Arrrgggggg...
Por otro lado, también en la semana 24 tuve cita con mi matrona, donde me pesó (he subido 3kg en lo que llevo de embarazo, y ahora peso 53kg) y midió la tensión (que como es normal en mí, y más aún en el embarazo, la tengo de zombie, 9-6).
Hay ratos que me siento fenomenal y no noto que me pese la barriga, pero en otros casos no es así y siento el peso de la barriga ya, me provocan dolor los ligamentos redondos en la parte baja del vientre y en las ingles. Aunque sigo sintiendo que me falta el aire y mi corazón late a toda pastilla cuando subo unas escaleras o una cuesta, siento que he vuelto poco a poco a recuperarme del reposo absoluto que tuve estas navidades, y me canso menos, sintiéndome más energética y ágil.
Los movimientos de la pequeñina no me abandonan, sobre todo por la noche cuando me tumbo en la cama, o si me levanto en medio de la noche para ir al baño (visitas que se han convertido ya en un ritual nocturno desde hace un par de semanas).
 
Aún no se me han hinchado ni los pies ni tobillos, por lo que de momento me sigo librando de la horrible retención de líquidos que sufrí desde la semana 20 en mi primer embarazo.
Sigo con mis queridas contracciones de Braxton Hicks, todos los días o casi todos. Afortunadamente son espaciadas, y no están afectando al cuello uterino. En la consulta ginecológica, pudimos comprobar a través de ecografía, que todo estaba perfectamente. La pequeña ya está desde hace unas semanas con la cabeza hacia abajo (aunque aún tiene espacio y tiempo para seguir moviéndose y cambiándose de posición), y pesaba 685gr, estaba gordita.
ecografía de la semana 24
En estas semanas, he vuelto a tener dos pequeños manchados, que han quedado en nada más que un sustillo. Como creo que ya comenté con anterioridad, tengo un pólipo y es probablemente el responsable de estos pequeñísimos sangrados esporádicos. Si no son abundantes, ni vienen acompañados de dolor, coágulos o contracciones seguidas, no debo darle más importancia y descansar un poco en esos días, en esos casos se trata del pólipo que le gusta recordarme su presencia cada ciertas semanas.
 
Si os soy sincera, este embarazo no lo estoy disfrutando realmente, por más que me propuse disfrutar cada instante al máximo, porque sería el último. Pero los sustos que estamos teniendo cada dos o tres semanas, visitas a urgencias, el reposo que debo guardar, no poder hacer vida normal, las puñeteras contracciones que aunque no son dolorosas son bastante molestas, y ahora también la dieta estricta que debo seguir (nada de grasas saturadas y mucho menos hidrogenadas... que no es que comiera muchas, porque con mis ascos y náuseas o poco apetito...), la verdad es que me encantaría entrar en coma y que pasasen estas 15 semanas que quedan sin yo enterarme y despertar cuando ya haya nacido la princesa. Sé que no estoy teniendo una buena actitud, pero creedme que he intentado ver lo positivo a través de toda circunstancia, y tomarme las cosas con filosofía. Sé que debería estar feliz porque la peque está perfectamente... Y me siento agradecida y muy afortunada por tener una niña sana en mi vientre. Pero el llevarme tantos sustos, ya lo que ha hecho es que viva con el miedo en el cuerpo de que en cualquier momento algo pase y la pierda. O que nazca muy prematura y acabe con secuelas. Ahora evito hacer planes con más de 2 días de antelación, porque no me fío de mi propio cuerpo. Y tampoco tengo ganas de comprar nada para la pequeña, por la sencilla razón de que tengo miedo: miedo a comprar ropa que luego no llegue a poder ponerle porque la haya perdido en un parto muy prematuro, o nazca prematura y viva hospitalizada sus primeros meses. Mi marido quería organizarme una Baby shower, pero le he pedido que cancele todo, porque no tengo ganas de celebrar nada; cada 2 o 3 semanas sucede algo repentino que nos hace plantarnos en urgencias (ya sean las contracciones en la semana 18, sangrados durante el primer trimestre, o un manchado sospechoso de ser pérdida del tapón mucoso en la semana 23...). Parezco hipocondríaca, pero soy la primera en no querer ir al médico, a urgencias, o dejar a mi hijo solo mientras yo voy al hospital, pero también si observo alguna anomalía, tras consultarlo con mi marido y familiares, acabamos acudiendo a urgencias para que revisen cuello uterino o procedencia de los sangrados, y descartar males mayores.
De momento estas son las novedades que tengo hasta ahora de este embarazo. Ya la semana que viene (semana 26) por fin tengo la cita de la Seguridad Social para realizarme los análisis del segundo trimestre (odiosa curva de glucosa), en dos semanas tengo cita por el seguro privado para realizarme una ecografía 4D (en la semana 27) y en tres semanas (semana 28) me toca acudir a que me pongan la vacuna del grupo sanguíneo y la de la tos ferina. Ojalá no tengamos más sustos de aquí en adelante, y pueda decir con certeza que quedan ¡sólo 2 semanas para terminar este segundo trimestre! ¡Que pasen rápido, por favor!


miércoles, 13 de enero de 2016

La guardería ¿sí o no?



Si os soy sincera, nunca me gustó la idea de la guardería (ya os hablé en una ocasión de mi opinión al respecto). Quizás porque mi propia experiencia me marcó y me hizo ver la guardería como el hombre del saco. De pequeña lo pasé mal, muy mal, en la guardería: me pegaban no sólo los niños, sino también algunas profesoras. Sí, sí, profesoras. Los castigos eran verdaderas torturas chinas, y realmente me aburría soberanamente allí. Me sentía encerrada y asustada, lejos de mis padres. Obviamente les conté a mis padres lo que me pasaba, y cuando me tomaron en serio, decidieron sacarme de allí y mandarme al colegio ya con 3-4 años. Mi hermano también fue a una guardería, otra distinta, y tampoco era un gran fanático de ese lugar. No nos gustaba estar allí, entre otros niños asalvajados, donde reinaba la ley del más fuerte, y había que esperar a que pasaran las horas hasta que llegaba el momento en el que mamá venía a recogernos.

Obviamente esa era mi visión de niña. Los tiempos han cambiado y las escuelas infantiles también, aunque no todas. Cuando fui madre, opté por no llevar al peque a la guardería por diversos motivos, entre los cuales destacan:

Consideraba que podría estimularlo y enseñarle más en casa yo misma (mi formación, experiencia y educación como profesora me hacen sentir cualificada): en muchas escuelas infantiles siguen métodos tan tradicionales como 1 hora de juego libre, y el resto es hacer fichas, alguna manualidad, y aprender canciones de memoria con la profesora. Yo opino que la mejor manera de aprender es jugando y dejando que experimenten solos, viviendo experiencias, estando en contacto con la naturaleza, así como familiarizándose con las tareas domésticas y objetos cotidianos.

Educación bilingüe (soy profesora de idiomas, y considero que aunque se empiece a enseñar alguna lengua extranjera en algunas escuelas infantiles, no llega a acercarse ni de broma a una verdadera educación bilingüe, con completa inmersión lingüística)

Respetar sus ritmos y horarios (creo que en muchos centros se presionan a los niños para que todos a una determinada edad sean capaces de dominar determinadas competencias o destrezas, y en el caso de que tu hijo no lo haga, lo clasifican de "retraso madurativo" o similar; igualmente todos los niños en la clase deben seguir un mismo horario, cosa que entiendo porque si no sería una locura, pero cada niño es un mundo y no me parecía lo mejor para mi hijo tener que imponerle un horario que no es el que va con él)

Sistema inmune (aunque dicen que al exponerlo a más virus y bacterias se inmunizan antes, creo que es una brutalidad decir semejante barbaridad, ya que el sistema inmune de cada niño necesita un tiempo para madurar y desarrollarse; una tos ferina puede matar a un bebé de pocos meses, mientras que un niño de dos años que coja ese virus lo sobrellevará de mejor manera): he leído diversos artículos médicos en los que se recomienda, si es posible, esperar a los dos años para llevar a los niños a las guarderías, porque ahí su sistema inmune será más fuerte, pudiendo lidiar con cualquier enfermedad de una manera menos vulnerable.

Separación de la madre: no soy una madre sobreprotectora. Dejo que mi hijo tenga libertad (dentro de unos límites de seguridad) y explore, experimente y cometa todos los errores que deba cometer. Pero creo que separar a un niño muy pequeño en una fase en la que aún depende mucho emocionalmente de la madre y/o padre, no ayuda en nada. Cada pequeño es distinto, hay algunos más independientes que otros, y unos que alcanzan esa independencia antes que otros. Pero al menos durante los 2 primeros años considero yo que la mejor persona con la que puede estar un niño es con su madre.

Quedarme en casa: la decisión de dejar mi carrera profesional aparcada y quedarme en casa dedicándome al 100% a la crianza y educación de mi hijo también hizo que nuestros ingresos se redujeran de manera importante, y una guardería era un gran gasto. Prefería no gastarme 300€ en guardería, que acabarían reduciendo mi salario enormemente y finalmente tampoco compensaría en cuanto a términos económicos que yo siguiera trabajando.

Ahora bien, mi peque ya cumplió los dos años y aunque me gustaría (y así teníamos planeado inicialmente) que siguiera en casa hasta directamente entrar en el cole con tres años, el embarazo de la pequeñina y la necesidad de seguir un reposo relativo, me han obligado a recurrir a una escuela infantil para poder permitirle a mi peque socialización y estimulación con el mundo exterior que yo ahora mismo poco puedo ofrecerle.

Me duele en el alma, pero al mismo tiempo creo que va a ser la mejor opción a partir de ahora para el peque, porque:

Como no puedo ahora ya llevarlo de paseo, o jugar con él en el parque o ir de excursión al campo, se tendría que quedar el pobre todo el día encerrado en casa. Acabaría cansado del mismo entorno, pocos estímulos ya recibiría del exterior y pocas posibilidades de socialización con niños de su edad tendría.

No puedo bailar ni hacer juegos bruscos con él, que le ayuden a gastar energía.

Dado que en unos meses tendrá una hermanita y dejará de ser el centro de atención, le vendrá bien ir adaptándose a otro lugar donde no será el centro de atención y deberá aprender a compartir el tiempo y atención de la cuidadora con el resto de niños.

Igualmente le ayudará a ir acostumbrándose a estar sin mí (o sin el papi) durante más tiempo (ya ha estado en muchas ocasiones con los abuelos durante varias horas), de cara a cuando me toque ir al hospital y estar varios días sin nosotros. Es algo que no lleva muy bien y, aún quedándose con los abuelos con los que tiene mucha confianza y ve con mucha frecuencia, siempre acaba con un berrinche, llorando desconsolado, llamándonos para que no nos vayamos; luego se calma y se entretiene contento con sus abuelos, pero el momento de decir adiós siempre es horrible.

Le ayudará a adaptarse de cara al curso que viene, cuando empiece el cole.

Me quedo tranquila porque es un lugar donde respetan sus ritmos y cada niño es el protagonista de sus procesos de aprendizaje, y seguirá haciendo manualidades y experimentando en la escuela infantil que hemos encontrado (hemos tenido la suerte de dar con una escuela infantil que combina metodología Montessori y Waldorf), quitándome a mí el trabajo que implica a veces dejarlo experimentar con distintos materiales, sin tener que estar protegiendo muebles, paredes o lavando y limpiando todo después.

(fuente)


Empezará el próximo 1 de febrero y sé que será un periodo de adaptación duro para los dos, pero también sé que es la mejor opción que puedo ofrecerle a nuestro peque.

¿Consejos para que la adaptación sea más llevadera o haya menos lágrimas?


martes, 5 de enero de 2016

La elección del nombre de los churumbeles


A diferencia de muchas chicas, no soy de las que he tenido elegido el nombre de mis hijos desde siempre. Sí, de pequeña jugaba a las muñecas y a todas las llamaba Paula o Laura, por aquel entonces eran dos nombres de niña que me gustaban muchísimo, y Pablito era bautizado todo nenuco que caía en mis manos. 

Pero de ahí, a tener claros los nombres que les pondría a mis hijos en el futuro... Nada que ver. Ni siquiera era una conversación que tuviéramos mi marido y yo antes de tener hijos. No era un tema que hayamos sacado a relucir en ningún momento de nuestra relación... Hasta que me quedé embarazada del peque y es cuando dije "¡ostras, que hay que pensar en un nombre para esta criatura!"

 

Ahí empezamos a darle vueltas al tema por primera vez y llegamos a la conclusión de que el nombre que querríamos para nuestro peque debería cumplir con una serie de requisitos.



Quedaban vetados:

  • Nada de nombres de ex-parejas
  • Nada de nombres de gente que nos caen mal o nos lo han hecho pasar muy mal en la vida (nombres de profesores muy hijos de su madre, por ejemplo)... Este punto ha hecho que vetemos muuuuchos nombres.
  • Nada de nombres inventados 
  • Nada de nombres de familiares (para evitar tiranteces en las familias y crean que existe algún tipo de preferencia o favoritismo entre unos miembros de la familia y otros)
  • Nada de nombres completamente extranjeros sin equivalente en español (como Kyle, Chantel, Breann, etc.)

  • Nada de nombres impronunciables
  • Nada de nombres frikis (Anakin, por ejemplo, muy a pesar de mi marido que es un fanático de Star Wars)
  • Nada de nombres que puedan dar lugar a confusión (como Noa y Noah, que uno es para chica y otro para chico)
  • Nada de nombres que puedan darle problemas en el colegio (que no den lugar a burlas o motes) 


Y sí o sí tenía que cumplir con estos requisitos:

  • Debía tener un significado especial
  • Debía ser un nombre aceptado por la Iglesia, ya que somos católicos y nos gustaría no tener trabas a la hora de bautizarlo.
 

Y el principal requisito nuestro y que hizo que la búsqueda del nombre perfecto para nuestro peque se complicara aún más:

  • Debía ser un nombre que se escribiera y pronunciera de igual manera  (o muy similar) en español e inglés (y si es en otros idiomas, mejor aún), para que en un futuro si desearan estudiar o vivir en el extranjero que su nombre no les dificultara nada su experiencia allí. Yo tengo un nombre que sólo existe como tal en castellano, y además para echar más leña al fuego, es largo, lo cual ha hecho que siempre que vaya al extranjero, tenga problemas administrativos porque escriben mal mi nombre, o que nadie fuera capaz de decir mi nombre o que cuando me llamaran jamás me daba por aludida porque lo que pronunciaba distaba mucho de mi nombre. En algunos países, los nativos directamente preferían bautizarme con otro nombre propio de su lengua, y así ahorrar líos. A mí me hacía sentir incómoda y fuera de lugar, era un recordatorio constante de que no pertenecía a ese lugar, de que era extranjera, y me hacía sentir mal. Por eso, y para evitarle a mi(s) churumbel(es) cualquier problema en el futuro, si deseara viajar o vivir en el extranjero, preferimos buscar un nombre que se escribiera y pronunciara igual en cuantas más lenguas extranjeras posibles, pero que existiera previamente en castellano (nada de nombres como Kevin o Jennifer -no, por favor-, que son nombres puramente anglosajones que se han ido adoptando en nuestro país; hablo de nombres que ya existían en nuestra lengua pero que por su origen latino, griego o hebreo son iguales en múltiples lenguas, como por ejemplo David, Daniel, Julia, etc.).

Obviamente, para nuestra pequeñina hemos seguido exactamente los mismos requisitos para elegir su nombre, y aunque nos ha costado, por fin hemos dado con un nombre que nos ha gustado tanto al papi como a mí, que no está taaaan de moda y no se escucha todos los días, cumple con todos los requisitos que he mencionado anteriormente, y que es fácil de pronunciar hasta para nuestro peque hermano mayor.

¿Vosotros cómo elegisteis el nombre de vuestros hijos? ¿Los teníais elegidos con mucha antelación?

domingo, 3 de enero de 2016

La barriguita crece: 20 semanas


Han pasado dos semanitas ya desde la última actualización de mi embarazo, y como han sido dos semanas con varias citas ginecológicas y algunas novedades, he pensado que mejor escribir ya este post antes de que se me olviden algunos detalles.

Como os conté en la actualización de la semana 18, tuvimos un susto con contracciones y el diagnóstico de útero irritable, que me obligaron a guardar reposo absoluto. Así estuve dos semanas, y por suerte las contracciones, aunque nunca me han llegado a abandonar, se han espaciado y están dentro de la normalidad, por lo que no he visto motivo alguno para volver a pisar urgencias. Aun así he seguido el reposo a rajatabla, porque mi ginecóloga del seguro privado me metió bastante miedo en el cuerpo.

El día 29 a puntito de cumplir 20 semanas, tuve cita por la Seguridad Social para realizarme la eco doppler de las 20 semanas, allí también le comenté a la ginecóloga que me atendió lo que me había ocurrido semanas atrás, y me reafirmó que mejor tomarme a partir de ahora las cosas con más calma, pero que seguramente esas contracciones era las de Braxton Hicks y que no revestían gravedad alguna. Una vez dicho eso, procedió a realizar la ecografía y lo primero que se vio fueron los genitales, así que aunque ya lo sabíamos por el seguro privado, por primera vez por la Seguridad Social nos confirmaron que era niña. Esta ecografía lleva más tiempo que cualquier otra, ya que se detienen a observar que los órganos funcionen correctamente y no exista ninguna anomalía. Afortunadamente todo se vio perfectamente en la ecografía, la pequeña estaba genial, midiendo y pesando justamente lo que correspondía según las 19 semanas y 6 días de embarazo que era del tiempo del que estaba.



Al día siguiente, tenía también una visita con  mi ginecóloga del seguro privado para que me diera los resultados de unos análisis de orina y sangre que me hicieron por el tema de las contracciones. Al ser fechas navideñas, mi ginecóloga estaba de vacaciones, así que me atendió otro doctor. Igualmente me informó de que los resultados habían salido correctamente y no había ningún tipo de infección. Le comenté que mis contracciones habían ido a menos, aunque seguía teniéndolas, y le pregunté si podría pasar del reposo absoluto al relativo o retomar mi vida normal (he de reconocer que le puse la carita de pena del Gato con Botas de Shrek). Para asegurarse de que todo estaba bien, me revisó el cuello uterino para comprobar si esas contracciones estaban acortándolo, y como no fue el caso, y seguía intacto (44mm), me dijo que podría pasar a hacer vida normal, con algunas excepciones: seguir tranquila y sin estrés, no levantar nada de peso, no correr ni saltar, ni hacer ejercicio físico fuerte. Sí podría pasear, caminar con tranquilidad, levantarme del sofa, subir y bajar escaleras... Pero eso sí, tomándome descansos o volviendo al sofá si las contracciones volvían a ser más seguidas.

Salí contentísima de la consulta, muy animada. De momento estos días he tenido contracciones cada 2-4 horas, e incluso ha habido días que habré tenido solo 3 contracciones en todo el día, y después podría estar más de 12 horas sin sentir ninguna. Tengo asumido que estas contracciones de Braxton Hicks sobre todo ahora que ya vamos a pasar las 20 semanas, van a estar acompañándome en lo que queda de embarazo y a medida que pasen las semanas, serán más frecuentes. Espero que aún así se mantengan a raya y no vuelva a tener otro susto ni amenaza de parto prematuro*. 

 Dicho todo lo relativo al tema médico, voy a pasar a contaros qué tal está siendo mi embarazo ahora que ¡hemos llegado al ecuador! 

Semana 20



Las náuseas parecen que se han ido del todo por fin, aunque no me atrevo a hablar muy alto, no vaya a ser que vuelvan. Los ascos siguen presentes ante muchas comidas... Y lo peor es que me hacen sentir culpable de no estar alimentándome de forma equilibrada y sana, pero ahora mismo soy incapaz de probar nada con huevo, leche, con mucha grasa, carne triturada como en hamburguesas o albóndigas, patatas a lo pobre o fritas, bolsas de fritos de cualquier tipo, palomitas, lentejas, fabada, merluza, queso, etc. Pero sí me ha dado por los frutos secos para picar entre horas, el zumo de manzana, pan tostado, la pasta, el tomate natural, pepino, plátano, jamón de pavo, y poco más.

Hay ratos que me siento fenomenal y no noto que me pese la barriga, pero en muchos casos no es así y siento el peso de la barriga ya, me provocan dolor los ligamentos redondos en la parte baja del vientre y en las ingles. A eso, le sumo que con poco ejercicio que haga, me falta el aire y mi corazón late a toda pastilla. Sé que es normal, pero me hace sentir como una anciana, que no estoy en forma. 

Los movimientos de la pequeñina no me abandonan ya ningún día y son cada vez más fuertes y controlados: un codazo por aquí, una patada por allá, cabezazo para arriba, culazo por abajo... Aún no me llegan a molestar ni doler, como me pasaba en el tercer trimestre de mi primer embarazo. Espero que al ser niña, sea algo más delicada y no me deje moratones como hacía su hermano.

En mi primer embarazo por esta semana ya empecé a tener retención de líquidos, y los tobillos y pies se me hinchaban al estar sentada en la oficina varias horas, o estar de pie mucho tiempo. En este embarazo, sin embargo aún no se me han hinchado los pies, ni siento las piernas pesadas ni cansadas; también es verdad que, a diferencia de mi primer embarazo que por estas alturas estábamos en mayo-junio y hacía calor, y ahora estamos en pleno invierno, acabo de estar 2 semanas en reposo absoluto con las piernas en alto, y bebiendo 2 litros de agua o más al día (también para ayudar a reducir las contracciones). Todo eso estará ayudando a retrasar algo la retención de líquidos.

Sin embargo he de reconocer que en este segundo embarazo, siento más molestias en el útero y dolores menstruales, algo que me tenía algo preocupada, pero que tras consultarlo con los ginecólogos que he visitado tanto en urgencias como en las visitas rutinarias, me han tranquilizado informándome de que es común que en los segundos embarazos se sienta más dolor y molestias, y muchos síntomas que suelen aparecer más tardíamente en los primeros embarazos (como las contracciones de Braxton Hicks, retención de líquidos, movimientos del bebé, etc.) aparezcan semanas antes en los segundos embarazos. En mi caso puedo corroborar que es cierto, y si a ti también te está pasando, no te preocupes, porque es normal

A diferencia de mi primer embarazo, en el que en cuanto entré en el segundo trimestre me sentí llena de energía de nuevo, en este embarazo me siento cansada, agotada a todas horas y con sueño. No sé si tendré el hipotiroidismo descontrolado otra vez, aún no me han hecho la analítica del segundo trimestre, y quizás ahí esté la razón por la que me siento tan cansada. O quizás sea simplemente por haber estado dos semanas en reposo absoluto que ahora me cuesta coger el ritmo, o que estoy con un catarro de aúpa, o que perseguir a un pequeño terremoto que está enfermo no me deja recuperar la energía a la que estaba acostumbrada en mi primer embarazo.  No sé, la cuestión es que me siento sin fuerzas todo el día o me canso enseguida.

En cuanto al peso, la última vez que me pesé, en la semana 19, había perdido algo de peso, y estaba a un kilo por debajo de mi peso de antes del embarazo. Quizás ahora que he recuperado el apetito en esta semana, habré subido algo de peso. Pero no estoy muy segura. En mi primer embarazo, sin embargo en la semana 20, ya había recuperado los kilos perdidos en el primer trimestre y había puesto 2 kilos más, creo recordar.
 

Por otro lado, no dejo de rezar y soñar con tener un embarazo sin amenaza de parto prematuro y llegar a término. De hecho, a diferencia de la inmensa mayoría de las embarazadas, sueño con llegar a la semana 40. Para mí sería una tranquilidad saber que todo ha llegado a su fin en el momento correcto, cuando realmente el bebé está listo para salir al mundo. Incluso me sentiría orgullosa si llegara a la semana 40, porque mi cuerpo fue capaz de aguantar todo ese tiempo dándole cobijo y cuidando a mi bebé, y no expulsándolo antes de tiempo sin dejarlo madurar en condiciones. Llamadme rara, pero la experiencia de mi primer embarazo me dejó marcada y sé que por mucho que se llegue a la semana 36-37, que se considera a término, el bebé puede tener algunos problemas de inmadurez que le obliguen a pasar una temporada en neonatología, cosa que no deseo que se repita en mi vida por nada del mundo*.

Debo de estar convirtiéndome en la peor madre para esta pequeñina, o es que los pobres segundos hijos tienen que asumir que son los segundos y que nuestro tiempo ya está bastante limitado con el primogénito, pero la cuestión es que aún no tengo nada preparado para la llegada de la princesa de la casa. A estas alturas en mi primer embarazo, ya habíamos terminado de pintar la pared del cuarto del peque, y pusimos un suelo nuevo, y compramos los muebles y cuna. Ahora, sin embargo, no tengo hecho nada. Absolutamente nada. Habíamos planeado haber ido a comprar la pintura antes de las navidades y haber aprovechado que el papi estaba de vacaciones para dejar pintada y con suelo nuevo la habitación de la pequeña; no obstante, con el susto que tuvimos, las visitas a urgencias, mi reposo absoluto y que el peque ha cogido la gripe y mi marido otro catarro, al final no se hizo nada. Podría haber comprado la pintura por internet, pero prefiero ver el color en persona, me quedo más tranquila. En cuanto al suelo nuevo que queríamos poner, después de ver que se nos iba a ir un buen pico y todo el trabajo que eso conlleva y teniendo con nosotros al peque, hemos decidido no comprarlo o dejarlo para más adelante. Lo único que hemos hecho es bajar del altillo del armario la bolsa del hospital para la peque, hacer unas listas de lo que necesitaré llevar para el hospital para mí y la nena (quiero dar a luz en un hospital privado, así que tengo que llevar de todo), y el otro día el papi se fue con el peque a un centro comercial y volvieron con un conjuntito de recién nacido que a ellos les gustó para la primera puesta de la peque. Eso es todo.


No es lo que yo tenía en mente, pero a ellos le gustó y eso lo hace aún más especial.

Lo bueno es que desde el momento en el que nos empezaron a decir en las ecos que era posible que fuera niña, no nos costó muchos quebraderos de cabeza pensar en un nombre, y ya cuando por fin nos lo confirmaron el 16 de diciembre, supimos que ése sería su nombre (al igual que el nombre de nuestro peque, preferimos mantener en privado el nombre de nuestra princesa, por respetar su privacidad desde el minuto 0, pero ya dedicaré un post sobre los requisitos y características que buscábamos en el proceso de selección de nombre, y ofreceré los distintos nombres que salieron finalistas por si alguna mami anda perdida con el tema de los nombres).

Ecografía de la semana 20 de la Seguridad Social


Hoy me ha dado por rescatar las cajas de ropa del peque de cuando era recién nacido, para ver qué podría aprovechar para la princesa, pero por desgracia al ser estaciones opuestas, poco he podido sacar para ella, algunos bodies y unos pijamitas. Poco más. Espero redimirme y a partir de ahora, en las siguientes semanas empezar a ponerme las pilas (sobre todo cuando nos dejen los virus a los tres) e ir preparando todo lo necesario para la llegada de nuestra pequeñina (pienso dedicar otro post a lo que consideramos que vamos a necesitar para nuestro segundo retoño, pudiendo aprovechar muchas de las cosas que tenemos de nuestro primer hijo, ahorrando todo lo que podamos).



¿Cómo os sentisteis/estáis sintiendo en la semana 20 del embarazo? ¿Experimentasteis algún síntoma o molestia que yo no haya mencionado?



***

*Puedo parecer una exagerada o hipocondríaca, pero ya en mi primer embarazo, en el que empecé a sentir las contracciones de Braxton Hicks a partir de la semana 23 de forma muy esporádica cuando estaba muy cansada o después de un gran esfuerzo físico, y estaba dentro de la normalidad de cualquier embarazo, a la semana 30 sin yo darme cuenta me puse de parto, y acabé ingresada una semana en el hospital, donde con medicación y reposo absoluto consiguieron detener el parto y controlar las contracciones. Después de eso, tuve que guardar reposo absoluto hasta la semana 35-36, y seguir tomado un medicamento para mantener las contracciones a raya, y ante cualquier momento de estrés o ansiedad que pudiera darme, las contracciones volvían. Fue una experiencia angustiosa y aterradora el pensar en un parto antes de término y tener un bebé prematuro ingresado durante Dios sabe cuánto tiempo en neonatología. A pesar de todo, conseguí llegar a la semana 37, y ahí nació mi peque; por desgracia, no se libró de estar un tiempo en neonatología, porque resultó tener un pequeño problema de inmadurez, porque posiblemente en lugar de 37 semanas, era una semana más pequeño. De ahí que ya no me fíe y quiera llegar a la semana 39-40...