Cuando dije que me casaba y empecé con los preparativos de la boda, fue un momento en la vida en el que me di cuenta de quién era realmente mi amigo y quién no. No sé por qué, ni sé si a alguien más le habrá pasado igual. Pero en mi caso, fue así. Invité a todos los que yo consideré amigos íntimos y cercanos, y muchos me dejaron claro qué tipo de personas eran o si merecían la pena realmente ser mis amigos. No soy de esas chicas que se ponen histéricas con la boda ni que se vuelve inaguantable. Me lo tomé todo con calma, y pasaba bastante de casi todo. Me daba igual el color del mantel, me daba igual si había o no fotógrafo. Yo sólo quería casarme con el que chico del que estaba enamorada y compartir ese momento con mis más allegados. Punto. El pasarlo bien o mal no dependía para mí del vestido, ni del peinado, de tener o no la regla, o de otros detalles relativos al mundo de las bodas. Yo con estar rodeada de mis seres queridos, era feliz. Y así es como me di cuenta de que algunas personas no eran tan buenas amigas como yo pensaba. Con excusas o comentarios hirientes, por ejemplo.
Lo acepté con el tiempo y pasé página. Luego pensé que quizás esa ruptura con esas viejas amistades fue debido a diferencias en cuanto a prioridades, estilos de vida o madurez. Ni me creo mejor ni peor que ellos. Cada uno es libre de vivir su vida como mejor le plazca. Simplemente lo consideré que quizás se autodistanciaron en ese momento de mi vida por diferencias irreconciliables.
Luego ya seguí con el resto de mis amistades e hice otras con las que teníamos cosas más en común. Solíamos ser ya todo parejas, la mayoría ya casados, otros con planes de boda en mente. Todos emancipados.
Luego me quedé embarazada y compartimos la noticia con todos nuestros amigos. Éramos los primeros en nuestro grupo de amigos en ser padres. Todos compartieron su alegría e ilusión con nosotros, y quisieron vivir nuestro embarazo de cerca, celebrando una baby shower o quedando cada pocas semanas. Pero poco a poco, empezó a repetirse la misma historia que en la boda. Algunos intencionadamente empezaron a distanciarse, y dejaron de querer quedar con nosotros o bien quedaban pero muy de vez en cuando. Empecé a también a oír comentarios hirientes o poco afortunados. Y luego me convertí en madre, y esos que habían empezado a distanciarse, desaparecieron por completo. Algunos tardaron más en desaparecer, pero acabaron esfumándose igualmente.
Entiendo que es posible que no les gusten los niños. Entiendo que ellos no quieran tener niños. Entiendo que no compartan las mismas prioridades que nosotros. Y lo he respetado siempre. Pero parece ser que hay quien no lo ve así, y en cuanto pasamos a la categoría de padres, incluso nos miraban con desdén y casi desprecio. El hecho de que decidiera yo dejar mi carrera profesional para dedicarme a mi labor como madre cuidando de mi hijo las 24 horas del día tampoco ha ayudado y sólo ha recibido comentarios despectivos y críticas o burlas. Palabras de personas que consideraba amigas. Si no tuviera la edad que tengo, y fuera la primera vez que me pasa, me habría dolido muchísimo. Pero la experiencia es un grado y he decidido aceptar la nueva situación.
Aceptar que uno de los cambios que viene con ser madre está en las amistades. Algunas amistades las mantendrás, pero otras desaparecerán. El hecho de ser los primeros en convertirnos en papis del grupo de amigos nos hizo un flaco favor, creo yo. La mayoría se consideran aún muy jóvenes para adentrarse en esto de la paternidad. Otros dicen que no les gustan los niños, otros que no quieren arruinar su vida con un crío. Que dejara mi negocio y sacrificara mi carrera profesional (una decisión que tomé conjuntamente con mi marido) sólo ha hecho que reciba miradas de desdén, críticas, y que me lluevan comentarios del tipo "claro, como tú te lo puedes permitir", "como lo tienes tan fácil siendo una mantenida..." (sin saber lo duro que es vivir con un sueldo mileurista, e intentar ahorrar por todos los lados, conseguir descuentos, hacer todo una misma en casa, para evitar gastos y más gastos...), "eso de ser ama de casa y tener hijos como tú, no va conmigo..." o simplemente una falta de respeto y burlas constantes hacia mi persona, por el mero hecho de haberme convertido en madre y haber renunciado a mi vida profesional. Parece ser que hubiera pasado a ser una ciudadana de segunda categoría, y no entiendo el motivo. Bueno sí, un poco creo saber a qué se debe... Tener un círculo de amigos todos jóvenes, que no llegan a los 30 años, todos de una carrera que requiere ser muy ambicioso profesionalmente, muy exigente, el mejor de los mejores, para ellos ser madre está casi que mal visto. Tener un bebé es una distracción, algo humillante, poco profesional. ¿Cambiar pañales, y cantar nanas, en lugar de empollar todo lo habido y por haber para ser embajador, diplomático o para poder ser intérprete en la ONU, después de todo lo que hemos estudiado y trabajado duro? Es algo denigrante. Es como caer muy bajo. Y así me lo han hecho ver muy claramente esas personas. Tan claramente que no quieren ni verse conmigo, no vaya a ser que el instinto maternal se contagie, les aflore, vayan a poner en riesgo su carrera y las lleve a la ruina. Por favor, ser madre es algo casi vergonzoso, y hay que huir de ello. (Y luego hay otros, minoría, que simplemente ven eso de ser madre como algo no guay, y prefieren cambiar de amigos, por otros que sean más chachis que sigan yendo a discotecas y haciendo desmadres como si fueran eternos adolescentes. A esto simplemente prefiero callarme y no dar mi opinión... Cada uno que haga lo que quiera con su vida.)
¡Sí, de bodies y cambios de pañal y de calcular la temperatura del agua con el codo tengo muchísimos Másters! (Gracias a 39 semanas por la ilustración) |
De esto también tengo yo un Máster, que más quisieran algunos embajadores tener tanto conocimiento sobre un tema tan poco popular... las heces de los bebés. Yo a la última imagen, en lugar de cantos rodados, los llamo caca de cabra. ¿Vosotros también apodáis la caca? -Imagen de 39 semanas |
Imagen de 39 semanas |
A lo que hemos llegado hoy en día en una sociedad, en la que se hace ver la maternidad a muchos de esa forma... Pero bueno. Por suerte seguimos manteniendo algunos muy buenos amigos (aunque cada vez son menos) que quieren a nuestro retoño como si fuera su sobrino, y que siguen ahí pase lo que pase. También hemos ido conociendo a otros padres (algunos de manera virtual, vecinos, padres de compañeros de natación, etc.) que esperamos que poco a poco se vayan convirtiendo en amigos de verdad. También cuento con un grupo de amigas mamis de Whatsapp que son un gran apoyo incondicional, aunque sea en la distancia. Pero el perder amistades a raíz de ser madre, es algo que no vi venir, me pilló un poco por sorpresa, y no es algo que las habladurías populares adviertan cuando estás embarazada. Sí, sabía que mi cuerpo cambiaría y difícilmente sería el mismo. Sí, sabía que mi vida cambiaría radicalmente. Que dejaría de distinguir la noche del día. Que andaría zombie y muerta de sueño durante meses. Sabía todos los cambios físicos y psicológicos que traerían consigo la maternidad. Pero desconocía que la maternidad también provocaba cambios en tu círculo de amistades.
¿A alguna de vosotr@s os ha pasado algo así?
**Siento el tostón de post que he escrito, pero iba necesitando escribirlo desde hace tiempo a modo de desahogo, que para eso también están los blogs... como terapia, ¿no?**