Dicen que los dos años son la peor edad en niños pequeños, y por eso se les llaman los "terribles dos años".
Yo dudo de que realmente sea a partir de los dos años, al menos en
nuestro caso. Me explico: nuestro peque pasó a ser de un pequeño ser
humano casi angelical (muy nervioso sí) y muy dispuesto a colaborar con
todo, y ser partícipe en cualquier labor, a entrar en modo histeria
total, berrinche, rabieta, llámalo como quieras, con cualquier cosa,
desde que tenía 14-15 meses. Y la cosa ha ido a peor.
Sé
que es una fase, y que realmente es un signo de que el niño se está
desarrollando correctamente y desea mostrar y expresar (y vaya si la
expresa) su independencia y voluntad propia. En cierto modo, me
hace sentir orgullosa que siendo tan pequeño tenga tan claras sus ideas y
opiniones, y quiera hacer lo que se le pase por la cabeza. Es una
personita independiente, con ideas propias y preferencias. No es un
miniyo. No es un muñeco. Es claramente una persona y, al igual que a mí
me pasa, si no consigue lo que quiere, se frustra, y si ve que tiene
que hacer algo que no le gusta o no le apetece, se enfada. Como a todos.
¿Cómo actúo con las rabietas y pataletas de mi hijo?
Por lo general cuando mi hijo tiene una pataleta suelo acercarme más a él. No le grito, ni lo ignoro, ni lo dejo en su habitación hasta que se calme. Me quedo a su lado, me agacho y pongo a su nivel, e intento calmarlo, lo abrazo
(si así lo prefiere, y si no, le dejo su espacio), le acaricio su
espalda, y ahí me quedo hasta que está más tranquilo. Cuando parece que
se ha sosegado, le digo con voz calmada que es normal que se sienta así,
que sienta enfado o frustración o pena, pero que ésa no es la mejor
forma de expresarlo (gritando y con violencia), le explico que no puede
hacer tal cosa por tal otro motivo, y procedo a ofrecerle una alternativa o varias para que él elija, o lo distraigo con algo distinto.
También es cierto que si sé de algo que puede desencadenar una rabieta,
intento evitarlo. Por ejemplo, sé que si no le dejo intentar
alimentarse a sí mismo, se acaba frustrando y llorando. Así que en esos
casos me pregunto "¿por qué no?", si la consecuencia es que se ensucie o
que ocurra algo nada serio o que no corra peligro él o la integridad de
otro ser u objeto, pues lo dejo. Evito estar diciéndole a todo que no, de forma casi automática. Sí, hay que poner unos límites,
pero también se pueden enseñar esos límites de formas más positivas,
redirigiendo y ofreciendo alternativas, y no con algo tan frustrante
como con un "no" para todo. También cuando está muy cansado es muy
propenso a coger una pataleta hasta por lo más insignificante... Aunque
hay cosas que no quedan más remedio que hacerlas, y la rabieta se acaba
produciendo. Y otras veces, por más que intentas evitar los motivos
típicos de rabieta, acaba saltando por otro motivo que ni te imaginaste,
y el berrinche está ahí en menos de lo que canta un gallo. Lo que está
claro es que, en mi caso, cuando el peque coge una rabieta, no me enfado
ni me pongo nerviosa; me quedo con él, y me acerco aún más a él en
todos los sentidos. Igual hago cuando me desobedece y no me escucha (sí
que me escucha, pero se hace el loco...). De nada sirve gritar. Si no me
quiere hacer caso, me acerco aún más a él, le pongo la mano en el
hombro, y le hablo mirándole a los ojos, poniéndome a su nivel, y le
hablo con suavidad y firmeza. El cariño y el respeto para mí son muy importantes
a la hora de tratar con cualquier persona, y mucho más con mi hijo. Es
así cómo me gustaría que me trataran especialmente en mis días difíciles
(que los tengo cada 28 días), con comprensión, amor, paciencia y
respeto. Así que intento aplicar el cuento con todos los que me rodean, y
especialmente con mi hijo, que debe sentirse muy frustrado al no poder
expresar sus emociones, ideas y sentimientos aún.
Pero
he de reconocer que a veces cansa. Cansa que por cualquier cosa, de
manera totalmente impredecible, se coja un berrinche enorme. Agota y me
deja mentalmente quemada. Hay días que la cabeza me va a explotar. Hay
días que tengo que contar mentalmente hasta 10. Otras veces me tengo que
poner a cantar como una loca, para intentar liberarme de la tensión y
relajarme. Y algún día (ando con menos paciencia si estoy enferma o con
mi querida menstruación), la que explota soy yo también, escapándoseme
un grito, y me siento la peor madre del mundo. La culpa me come por
dentro y en cuanto me doy cuenta de que mi forma de responder a su
berrinche no fue la correcta, voy corriendo a abrazarlo, darle besos y
pedirle perdón. Porque pienso que a los hijos también hay que pedirles
perdón si nosotros nos hemos equivocado. Hay que ser humildes, y dar
ejemplo. Y los gritos con gritos no se solucionan. Ni se da ejemplo. Por
eso, igual que le digo a mi hijo que gritar no está bien, que resulta
molesto, desagradable y puede ser una falta de respeto, si yo me
equivoco, debo reconocer el error y prometerle que me esforzaré más.
Sé
que no soy perfecta, creo que ninguna madre lo es, al igual que
nuestros hijos son imperfectos, seguramente me estaré equivocando en
muchas cosas en la crianza de mi hijo, pero al menos lo hago con amor e
intentando esforzarme cada día más. Porque cada día nos brinda una nueva
oportunidad para empezar de nuevo y aprender de los errores pasados,
evitando repetirlos, ¿verdad?
Eres perfecta para tu hijo, igual que él es perfecto para ti :) Yo también creo que gritar no sirve de nada, pero también es difícil seguir tus propias normas muchas veces. Estoy harta de decirle que no se toca la Play, lo sabe, porque se acerca y te mira, alarga el brazo y te mira... hay días que solo quiero gritar y apartarle de ahí "bruscamente", pero en lugar de eso hago lo mismo que tú: me agacho, le digo que eso no se hace (es muy pequeño y no entiende al cien por cien, pero sí entiende el tono y las caras), le miro seria aunque me sonría (es un chantajista adorable) y le llevo a otra parte para distraerle y que no siga. Espero ser capaz de mantener esta calma y actuar como actuas tú ante una rabieta. ¿Lo haces también así cuando le dan en público? En un centro comercial,en el súper...
ResponderEliminarSí, así lo hacemos en lugares públicos también... aunque también allí se le pasa antes, porque se distrae con cualquier cosa o le da más corte jejejeje Allí con cogerlo en brazos, y hablarle bajito mientras lo abrazamos, es suficiente.
EliminarHola, te he dejado un premio en mi blog: http://ideasalvacio.blogspot.com.es/2015/06/premio-best-blog.html
ResponderEliminarAy a buenas horas veo esto!! Perdón!!
EliminarMuchas gracias por el premio!!!
Yo creo que como lo estás haciendo es perfecto. Y estate tranquila porque son rachas y aunque no te lo creas terminan pasando. Así que mucha paciencia y mucho amor, ya verás como antes de que te des cuenta la etapa de las rabietas habrá pasado.
ResponderEliminarAy, ahora mismo me cuesta creerlo... jejeje
EliminarGracias por tu comentario! Pero he de reconocer que no soy perfecta y hay días, como ayer, que saca lo peor de mí este bichito, y algún grito se me escapa... :(
yo suelo explicarles con cara seria que eso no se hace o no se toca y si no funciona, le doy un juguete o hago alguna payasada y se olvida de eso, pero muchas veces no funciona y si el siguiente paso es el berrinche catastrofico de tirarse al suelo a gritar y llorar desconsolado, simplemente me voy y lo dejo llorar, cuando ve que no le hago caso para insofacto! jajajajajaj
ResponderEliminarJejeje, cada mami tiene sus trucos y métodos!
Eliminar